Mi querida Odalisca Rayzel, mi venerada flor de esencia femenina:
cuando esto leas, acaso te sorprenda el entusiasmo con el que acometo la nueva tarea de tratar de hacer patente lo mucho que te deseo, el inmenso anhelo que ha prendido en mi desde que la vida decidió cruzar nuestros destinos. Un día inolvidable -sí, ¿recuerdas?- en el que el sol no iluminaba con su luz tanto como irradiabas tú con tu presencia de mujer que se sabía hermosa y seductora. Hembra de hembras, señora de señoras entre todos los que te rodeaban, objeto de su deseo al ver tu silueta perfilada al albur de turbios sueños masculinos. Todavía puedo bosquejar con mi recuerdo indeleble la nitidez de tus formas bajo la preciosa blusa veraniega que trataba inultimente de ocultar a mis ojos lo que tan claramente veían mis pensamientos, enloquecidos por saberte tan cercana.
Nunca me has dicho lo que quedó de mí en la pregnancia de tu alma aquel bendito día en que me diste tu voz en el momento que más ha marcado el pasado más reciente de mi vida. Nunca, de palabra, pues tus actos lo han gritado sin ambages, mostrando aquello que nunca pudiera haber cabido en mi consciencia sino a fuerza de estar ebrio o enajenado. Y te lo agradezco, amante mía, de la única manera que se y puedo hacerlo.
Te doy este que será tu Edén a la vez que paraíso de mi admiración de Adán afortunado. Un lugar para mostrarte, brillando como solo tú sabes hacerlo. Porque tú eres mi Eva, esencia de tentación libidinosa, mujer liberada de mundanas esclavitudes y proyectada hermosa y lúcida, refinada y elegante, como grandiosa deidad nacida para goce de mortales.
Sea pués, esta, una tierra virtual de esperanza y sueños, y este, Rayzel, mi saludo en señal de eterna pleitesía como prenda por desearte tan ardiente y pecaminosamente tierna entre mis brazos, mientras me recuerdo saboreando el gusto de la miel de tus dulces besos en mi boca y el placentero deslizar de las yemas de tus dedos cuando encuentran el fuego de mi sexo enfebrecido.
Tuyo entero, amante devorado por tu insoportable ausencia:
Ramy Mujtar.
No tengo palabras para expresar lo que siento. Tan sólo hacerte llegar mi agradecimiento, mi admiración y mi corazón.
ResponderEliminarY mi beso.